Próxima estación Periférico norte… Periférico norte.
Un viernes
por la tarde muy cotidiana, ya de vuelta a casa después de salir del trabajo me
disponía a abandonar la estación del tren, cuando observe llamado por una
lúdica animación un promocional entorno a los libros. Luego de unos segundos de
contemplación sin perder el paso me surgió un vago recuerdo que asociaba un
libro y un amigo, a cada paso el recuerdo se aclaraba. “La estructura de las
revoluciones científicas” de Kuhn fue el pensamiento más exacto que terminaba
la búsqueda.
La
casa de mi amigo, donde recibí el libro extendió el recuerdo sobre él. No lo
veo desde antes de la pandemia, pensé con algo de nostalgia. Lo conocí en la
universidad y solíamos platicar del mundo repartido en lugares y de las
asignaturas que compartíamos. Es así como llegó a mi potestad el libro de Kuhn.
La idea de ir a devolverlo y de paso reactivar una amistad que el covid
paralizo, a cada paso tomaba mayor convicción. Mañana sería sábado salgo mucho
más temprano del trabajo, tendría tiempo de llevarle el libro. Saque el celular
busque el contacto y digite la intención.
Ya en
casa la respuesta llegó afirmando la espera del libro y mía; con el compromiso
a cuestas recién me puse a buscar el libro que transitó por varias partes de la
casa. Luego de un rastreo infructuoso la alternativa de abortar la visita se
asomaba, pero el tiempo acumulado y el distanciamiento pesó más en mi juicio; tendría
que asistir a una librería antes de llegar a la casa de mi amigo. Saque el
celular inicie la búsqueda de la venta del libro, y ahora tendría que pasar a comprarlo
al centro.
Tren
llegando a… Guadalajara centro.
Con el
celular como guía me dirigí a la librería que el día anterior busque en
internet. Obtenido el libro saque el celular para solicitar un taxi de
aplicación, digite el destino, espere la búsqueda y en tres minutos llegarían
por mí.
En 200
metros de vuelta por Liceo.
Despegue
un segundo la mirada al celular y observe la Rotonda de los Jaliscienses
Ilustres. Nunca me di el tiempo necesario para leer los nombres de las
esculturas, pero el taxi se paró casi al llegar a la esquina y pude observar la
falta de letras del pintor y muralista Gabriel Flores García que deduje fácil
por la falta de la b, la segunda g y la
última a. Y luego volví al celular.
En 200
metros de vuelta por Belén.
El
chofer activo los parabrisas por el aumento de las gotas de lluvia y el ruido
generado me hizo levantar la mira. Vi árboles, me atrajo en especial uno
inmenso muy cerca al letrero de prohibido estacionarse evitando que algún coche
tape la vista. Su amplio tronco central era algo corto y sus ramas se separaban
en direcciones casi equidistantes, no abundaba el follaje, las ramas se
dividían cada vez más sutilmente hasta llegar a las hojas. Por su geometría
pareciese querer conectar con el cielo extendiendo la red de ramas.
El
taxi continuo la marcha y a velocidad me capturo el tronco de un árbol tapizado
de carteles. Afine la vista y pude percatarme que eran avisos de gente
desaparecida inmediatamente olvide la grata estructura del árbol que unos
segundos antes experimente.
Unos
pocos metros después, luego de despejarse el panorama de plantas pude leer en
lo alto “Escuela de medicina de Guadalajara” era el hospital conocido como
Civil Viejo, me di cuenta de forma inmediata que la gente que transitaba no muy
alegre a pesar de estar en un parque buscan salud. Me sentí a salvo apenas
salió de escena la fachada del hospital para luego ver en movimiento armoniosas
ventanas que se hacían tétricas al llegar a la marca del Instituto Jalisciense
de Ciencias Forenses.
Volvió
a la vista una pared armoniosa por ser lisa brotando repentinamente una puerta
concentrada de decoraciones y dos pinos como guardias; el panteón de Belén suspiró
mi recuerdo. Termino la cuadra y ahora salud, muerte y descanso se relacionan con
mayor sentido en mi lógica, retornando mi interés al celular.
–Cada
día crece más –exclamo el chofer sin buscar plática directa.
Sincronice
la dirección de la mirada con la del taxista y atestigüe imponerse una
monumental torre residencial que alimentaba su crecimiento con una enorme grúa
con movimiento lento. La torre superaba el campanario de la iglesia que se
ubicaba al frente. Imaginarme cuanto debe de costar vivir en un lugar desde
donde tengas que bajar la mirada para ver un campanario termino de impactarme.
Regrese al celular y de pronto maquetas virtuales de publicidad inmobiliaria se
proyectaron, deslice el pulgar para seguir mi navegación mientras el taxista
hacia lo misma para dimensionar el tramo que falta.
Por fin
llegue a la casa. Digite mi llegada terminando de anunciarme con el timbre. Se
abrió la puerta antes de verse el mensaje y se efectuó un saludo extrañamente
desempolvado.
–Te
traje el libro –inmediatamente lo ojeo percatándose que era nuevo pero no dijo
nada al respecto.
–Sabías
que no hay acto sin paradigma –dijo alegremente, mientras yo pensaba en su
aspecto tan cambiado, el no despegaba los ojos del libro gesticulando una
ligera sonrisa.
–¿A qué
te refieres? ¿Cómo has estado todo este tiempo? –no quería evadirlo pero no
encontraba el sentido a lo que dijo.
–El
paradigma de Kuhn es una inmensa teoría que explica y da sentido a una
infinidad de cosas y acciones. Haberme traído el libro es un acto que debe
tener un respaldo paradigmático –¿el paradigma de devolver un libro? Pensé con
cierta burla y para no ofender dije:
–Vi en
el tren un anuncio que festejaba a los libros y me acorde de tu libro, eso me
trajo hasta aquí.
–Creer
en los libros es el paradigma entonces. Pasa a la sala para hablar más al
respecto.
Le
seguí el paso y lo primero que llamo mi atención fue un mapa muy artístico de
una urbe que se reflejaba en un gran espejo en la pared de enfrente, dando la
sensación de estar capturado por el mapa. Luego fije la mirada en la mesa llena
de diversos libros de filosofía, fotografía, literatura, geometría, arte, y
entre estos; apuntes, colores, origami, plastilina y demás útiles. Sentados ya
y sin despegarse del libro me dijo:
–Sabías
que las dimensiones que encaminan el paradigma actual es la biología y el
espaciotiempo –como recordando algo de forma intempestiva expreso –¿Cómo has
estado? ¿Qué tal el tránsito?
Discurrió
la plática informándonos y actualizándonos, supe que su gusto por los libros
incremento exponencialmente en las cuarentenas. Estimulado por la plática
decidí sincerarme.
–Ya no
leo como antes, los libros solo pasan por mis manos pero no se quedan.
–¿Y
escribes? –pregunto acariciándose el mentón.
–Hago
muchos registros de ventas en el trabajo, escribo datos en celdas.
–Leer
y escribir son como exhalar e inhalar, son actos comunes que solo se vuelven
vitales cuando son reflexionados. Respiramos por metabolismo, grafiamos y
leemos por comunicación –me quede pensando en sus palabras cuando activo una
pregunta:
–¿Dibujas?
–Con
el celular ahora todos toman fotos.
–Es
verdad, ¿tomas fotos?
–Las
necesarias para redes –su sonrisa aprecio repentinamente como si hubiera dicho
una palabra clave.
–Las
redes o el internet son pensados gracias al paradigma como un rizoma. El rizoma
es un tipo de planta de un crecimiento sorpresivo sin rigor advertido en
primera instancia –señalo una maceta de vidrio al frente nuestro –percátate, esa
es una Portulacaria o planta de la abundancia, crece de cualquier parte del
tallo, de cualquier esqueje. Tiene una forma caótica en expansión, el internet
suele ser figurado como una armoniosa red de araña pero tendría que ser más
amorfo si quiere extenderse por la superficie del planeta. Con la trilateración
entre satélites, antenas y celulares la trigonometría se verticalizó para
navegar en el ciberespacio.
Continuo
emocionado hablando del rizoma, mi imaginación iba y venía a cada oración, solo
se empezó a establecer cuando pude asociar sus palabras con la experiencia de
la comunicación por el celular.
–El
rizoma se explica muy bien con la matemática más simple: los grafos, –una
sonrisa destelló, tomo una hoja y dibujó –todo parte de una simple relación
entre dos puntos y una línea, tú puedes ser un punto y yo el otro y la
comunicación que establecemos la línea. Mi celular puede ser un punto y el
celular de mis muchos amigos más puntos, todos nos conectamos con aristas,
entonces a mayor interacciones mayores aristas y nodos, la comunicación actual
resulta ser un grafo que se extiende como un rizoma gracias al internet, que es
un proceso mimético del cerebro. ¡El rizoma es infinitas conexiones!
A
pesar de los ejemplos y el entusiasmo mostrado el rizoma era para mí una nueva
palabra de encanto fugaz, pero el tema no cambiaba.
–Con
la globalización el rizoma se hizo medio. El rizoma es la geometría inteligente
que guía al taxista, facilita el trabajo resolviendo el desafío cognitivo de
buscar las rutas más óptimas. Antes el desafío de orientarse activaba la
imaginación geográfica de las personas, hoy se programan los destinos y solo
nos dejamos direccionar por el rizoma, –sentencio algo cabizbajo –para evitar que
nos direccione y poder navegarlo hay que teorizarlo –recupero la firmeza.
La
plática perdió tensión y me tocó activarla. Pensando que el encierro con los
libros lo alejaban de la burbujeante ciudad. Inicie:
–Esta
ciudad está creciendo de una forma veloz, lo pude captar por un taxista. Torres
muy altas se yerguen, en sí, no me afecta pero el cambio impresiona.
–He
leído Postmetrópolis de Edward Soja y he salido a tomar fotos para comprobar lo
que dice el libro. Es un crecimiento algo insatisfactorio de explicar si no se
cambia de paradigma, Soja desde la postmodernidad lo dice. Él plantea,
fertilizado por un francés Henri que se preguntó por el espacio y por un cuento
de Borges; que el espacio es múltiple y desde el espacio vivido como lo que una
obra de arte representa y genera se puede pensar el devenir de la ciudad.
Rápidamente
se puso a buscar algo en la mesa repleta de cosas.
–Mira
–mostrándome una impresión de un periódico –este es un mural de Gabriel Flores
García, su grafismo anticipo el gran caos que las urbes sufren hoy. Mira los
rígidos y grisáceos edificios acumulados, ¡y la gente!, la gente tétrica como
que si del Tánatos del covid se tratara. Si sus trazos hoy tienen vigencia es
por el espacio relacional. ¡Fíjate eso no lo vimos en clase! –exclamo con los
ojos iluminados y el rizoma volvio a entonarse–. El rizoma es el influjo creador que usa el artista para ser universal ¡ve la mesa! dime como transitar de la plastilina a la fotografía, de ésta a la arquitectura, de los inmubles a la botánica, con el rizoma fluyes sin restrición, no te atas aún campo o territorio.
Por la
búsqueda hojas escritas y pintarrajeadas cayeron de la mesa.
–Escribes
mucho –atine a preguntar.
–Soy
adicto al grafismo, si dejo de grabar lo que pienso me tortura la culpa –me
contestó mientras apilaba los papeles –he grafiado tanto sin darme cuenta que
ya es un hábito en mí. Todos grafiamos a lo largo de la vida así como
respiramos. Pero no soy muy bueno escribiendo, me salto las reglas ortográficas
pensando en la grafía que está por venir.
–Pero
son pocos los que escriben literatura –interrumpí.
–Empieza
por reconocer tu grafismo, luego la literatura llega sola literalmente.
–La
relación entre la literatura y la realidad es lo que busca el escritor –resalte
con impacto de voz.
–Esa
relación ya está dada por supuesta.
Elotes,
elooteees… chayotes y papaaas... Elotes, elooteees…
–La
relación que realmente importa –prosiguió –es la relación de la literatura con
la propia literatura ¿has leído la última obra de Villalobos? –supuso que diría
que no y continuo –su literatura es recursiva y parte de sus vivencias, es la
prueba de que el literato juega con el grafismo para borrar el límite entre los
secretos y la ficción.
–Lo
más actual que sé de literatura, gracias a mi pareja es que las mujeres se han
tomado en serio producir textos de forma organizada.
–Yo
estoy contra el cerrojo de género pero a favor de la mayéutica original.
Mi
rostro de desconcierto fue muy bien leído y pudo explicarse.
–La
literatura es muy generosa como para cercenarla por el género, la pluralidad de
voces pueden grafiarse. El papel de la mujer es relevado por el paradigma que exalta
la vida y la mujer alberga vida en el vientre. Sócrates copio de su madre la
capacidad de ayudar a parir, pero como no podía guiar un parto de vida se
conformó con las ideas.
Inconscientemente
me sume a la idea de la generosidad de la literatura pero inmediatamente un
realismo me azoto.
–No
creo poder escribir, la falta de práctica es el principal obstáculo –me observo
tranquilamente.
–Luego
de reconocer tu grafía, parte conjugando los tres verbos.
–¿Tres
verbos? –repliqué con duda.
–Sí, los
tres verbos; cree poder crear. El inicio en la literatura siempre es una
apuesta a la autoconfianza. La literatura revela aquello que ya habíamos
pensado pero no sabemos cómo decirlo al fin de cuentas –su tranquilidad
permanecía.
Luego
de esas palabras la plática se tornó más interesante. Mencionó múltiples
asuntos y proyectos uno tras otro. Habló repetidamente de la potencia de los
ensayos y la importancia de capturarlos en un blog, de la literatura postcovid,
de la semiótica geográfica, del nuevo grafismo social, de la concepción
matricial del espaciotiempo, de la estética transmoderna, de que diseccionó un
cuento y encontró en su adentro matemáticas y por eso se pueden programar, del conticinio en relación a la
lluvia que nos acompañaba, de la vivencia como metodología, de dos giros que al
juntarse revolucionan el conocimiento, de que la literatura que se aproxima se
fusiona con el medio y es rizomática. El propio ambiente se encargó de
devolvernos a la tarde ya avanzada.
El panadero
con el pan, el panadero con el pan, el panadero con el pan, el panadero con el
pan, tempranito va y lo saca calientito en su canasta pa’ salir con su clientela por
las calles principales y también la ciudadela y después a los portales y el que
no sale se queda sin el pan para comeeer. Diga si van…
Aproveche
el distractor para alistar el cuerpo e iniciar la partida. Saque el celular y
digite mi casa como destino. Tres minutos para terminar de despedirnos.
Ya en
la puerta de la casa y con el taxi estacionado el último apretón de manos fue
efectuado. Como si predijera el pensamiento arrojo las últimas palabras.
–Gracias
por traer de vuelta a Kuhn… los libros quedan pero la gente pasa –la ligera
sonrisa de vuelta.
¿No sé
si sentir desdicha o admiración?...
A unas
cuantas cuadras tome conciencia que experimentaría la ciudad mediante un viaje
programado. Me sentía dentro del rizoma. Sentía que la ciudad era el rizoma y
el rizoma era la ciudad.
Se cumplen ya varios años desde que partí en búsqueda al arribo del giro espacial, ese tipo de espacio que se vive pero no se toca en el aula universitaria, un tipo de espacio muy anunciado por los libros pero muy poco conocido por los geógrafos.
Arriesgarse a descubrirlo implica salir del aquietado gremio que atenuado por la tradición sigue viendo con ojos de admiración un pasado que los aleja del protagonismo. Cátedra tras cátedra es repetición de lo mismo; un Humboldt, Ritter y Ratzel señeros genios creativos plantan las bases de la geografía moderna, luego todo lo demás es simple alabanza de ese logro.
El giro espacial es reconocer que los aportes que actualizan lo que entendemos como espacio, no provienen solamente de mentes brillantes, pues su resplandor se opaca al paso del espacio articulado con el tiempo. Son muchos los que aportan nuevas formas de describir el dinamismo del espacio en lo que hacemos y como lo hacemos.
Desde Latinoamérica este nuevo viraje conceptual sobre el espacio toma forma argumental con la obra “La naturaleza del espacio” de Milton Santos, pero existen geógrafos acostumbrados a no romperse la cabeza por el favoritismo a lo sencillo; lo nuevo implica un costo mental, una reformulación profunda de la vida intelectual que compromete soledad y libros en continuada disciplina.
Si Milton como geógrafo es poco atendido por sus colegas en formación ¿qué se puede esperar de aquellos pensadores que sin ser geógrafos aportan en potencia la importancia del espacio? Literatos, pintores, sociólogos, antropólogos, filósofos etc. ponen de manifestó la importancia del espacio en lo que hacen y como lo hacen, y mientras el geógrafo se jacte de ser el intelectual del espacio sin reconocer su deuda, una mezquindad teñirá de forma ingrata sus logros.
La tesis de Edward Soja para aplicar el giro espacial a la propia geografía asido interiorizar a la disciplina los aportes de Henri Lefebvre y Michel Foucault, dos intelectuales que en primera instancia no son reconocidos como geógrafos. La gran sorpresa para los defensores del purismo disciplinar es que ni Humboldt, Ritter y Ratzel fueron tildados como geógrafos en plenitud, pues fueron sus aportes y no sus rótulos los que solventaron la creación de la disciplina geográfica, son los padres putativos de la geografía como bien apunta Horacio Capel.
Como tesis de este escrito en tenor del giro espacial, es honrar la aparición en un bregar intelectual del libro “Rizoma” de Gilles Deleuze y Félix Guattari, al proponerse interiorizar la obra de este dúo más fecundo que el de Marx y Engels hacia el corazón de la disciplina geográfica. Se presenta de forma amena una fusión favorable para entender el presente que se hace futuro avasallador y vorágine (ya no dialéctico) del rizoma con aportes de Milton Santos.
Una mezcla novedosa que no busca abrir los ojos al lector sino antes comprender la historia (o sea el espacio vivido) del autor de este texto en mediación por la literatura aunque sea redundante.
Bueno pues, es consigna creativa y para no quedarse en reclamo, mostrar los resultados del hallazgo; la aplicación del giro espacial a la literatura en forma de un cuento.
Se invita a los lectores a descubrir el giro espacial.
* * *
Post-datas 2
-
Un grato encuentro con un libro
El rizoma es una
estructura botánica, es un tipo de planta que tiene un crecimiento múltiple,
sin orden aparente en primera instancia, es fluidez y no rigor. El pensamiento
rizomático no conoce de barreras, salta de la matemática al canto, de la lógica
a la ética pasando por la estética, es libertad de idea, es fulgor de destino,
es aliento de ánimo, es un breve libro que cobija la existencia ¿Cuánto se le
puede deber a un libro cuando no te falla?
-
La inspiración es una grato accidente
Este cuento está
basado en la meta-narrativa que Juan Pablo Villalobos ofrece en su novela corta
“Peluquería y letras”.
-
La paradoja del cambio de siglo
Este cuento se creó en
el marco de un concurso que releva el cambio espaciotemporal denotado como el
ingreso al siglo XXI. Ingreso marcado por la pandemia y el advenimiento en
extensivo de la tele-programación en virtud del internet, las relaciones sociales
han trasmutado a un vinculación desterritorializada por facultades técnicas; ya
no son las miradas fijas las que templan la amistad, son los memes en flujo los
que hacen el vínculo.
La paradoja estriba en
el atrevimiento de juzgar una literatura post-covid y cibernética desde un
marco de las entrañas del propio
siglo XX. ¿No es acaso la escritura del nuevo siglo una vanguardia sin medida
de regla? ¿Cómo lo nuevo en construcción puede ser evaluado por el viejo
parámetro? Quedan en el aire apaciguar estas dudas.
A pesar del embate de
dudas, naturales al derivarse del solo hecho de pensar el siglo XXI, subyace
una rebeldía de no quedarse con las ansias de ser público, de poner en disposición
a los lectores toda la carga creativa que es cúmulo de vida desplegada para
hacer este cuento. Lo que no saben los jurados es que la literatura del siglo
XXI acontece frente a sus ojos y no necesita de su aprobación para ser
distinguida, es un factor de suficiencia usar la tecnología para que la
literatura fluya ya no solo encerrada en libros.
Por otro lado existe
una omisión que al no ser corregida se vuelve cada vez más ofensiva. ¿Cómo es
posible que en el escenario que celebra la creación literaria surja el descuido
de no nombrar una disciplina participante? Fueron 43 concursantes -igual que
los compañeros de Ayotzinapa-, distintas licenciaturas involucradas, primordialmente
del departamento de letras hispánicas, escritura creativa, historia y hasta
psicología, pero no sonó geografía y sí participó. Es un olvido registrado no
muy casual, pues es algo sabido la poca estima al saber geográfico por la poca proactividad de los propios geógrafos.
Es un motivo muy personal
representar esta disciplina, al grado que el nombre propio de la persona podrá
ser no mencionado y no causar molestia pues somos millones y de muchos no se
sabe nada, pero la geografía es un saber de cultura general. Y es una sorpresa
que entre doctos del lenguaje no sepan que desde la geografía la literatura
emana, que al deconstruir la palabra se encuentra todo el grafismo que puebla
la tierra, grafismo que componen cuento, novela, poesía, ensayo, cine y no solo se encuentra en los mapas.
Lo paradójico es que
por discurso diplomático vocalizan lugar, ciudad, ambiente pero no sabían que
desde la geografía se ha hecho un cuento.
Un mínimo de respeto
es no omitir.
-
Proclama particular
A mis profesores de
geografía
Salí a buscar el
espacio relacional
Y por consejo de los
libros cruce barreras disciplinares
Me infiltre entre los
filósofos, historiadores, antropólogos y sociólogos
Me infiltre en un
concurso de cuento
Y entre poetas y
vates, literatos y literatas, entre lingüistas y filólogos por fin lo he
encontrado
Profesores de
geografía
Perdón por no haber
hecho la tesis; pero hice un cuento.
Agradecimientos indiscretos
- GEOSITER: toda la paciencia y solvencia monetaria-moral brindada.
- Conticinio Poesía: la afinación creativa proviende de encuentros donde la poesía sale a relucir su glorioso influjo.
- Familia: nunca falta.
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