Lo que no se puede ver se tiene
que representar. Eso pasa con el átomo. La unidad mínima de la física no es empíricamente
objetiva, así que el pensamiento extiende la creatividad para poder trazar el
átomo en una pizarra o ya animado en una pantalla. En estas dos ocasiones
será un átomo esbozado pero nunca uno como tal.
El ejercicio de pensar lo físico
es algo extenuante porque demanda contemplaciones y lecturas para acceder a un
lenguaje abstracto pero poco falible. Esto se debe a que la realidad esta
tamizada de temáticas. Desde la geología pasando por la biología hasta la
sociología, historia y geografía, como demás saberes. Todos estos campos tienen
como factor común; la alusión a cuerpos y fuerzas que la física atiende. Y
cuesta trabajo descargar todos esos campos de los cuerpos; por eso la física es
algo inconcreta.
La física se manifiesta y sus
efectos se comprueban empíricamente pero su arribo comprehensivo implica saber
abstraer con el pensamiento la materia. En esas mayores abstracciones las
fórmulas, la geometría y el léxico son los vínculos empíricos entre los
lectores de la física y la lógica. Que lo abstracto sea susceptible a la
representación es un gran acierto para la comunicación al evitar su
paralización. ¿Cómo nos comunicaríamos si el alma, dios, el pensamiento o el
valor (que tanto estudió Marx) aquello que es intangible no se pudiera
representar?
El científico habla de teoría y
en ocasiones recurre a la metáfora para alcanzar la comprensión de ella. Un
acto creativo, pedagógico o hermenéutico? Teoría y mito se rozan en una
argumentación textual; ciencia y magia al servicio del intelectual. El cantante
y el poeta vocalizan amor, alma, espíritu, cosas muy intangibles, muy
abstractas como la teoría de los científicos. Los artistas pictóricos y
plásticos expresan sus estados psicológicos en sus obras; es el resultado de
representar lo intangible, como el amor o el propio pensamiento, tan abstracto
como la teoría de los científicos.
El tiempo y el espacio al igual
que el átomo son muy difíciles de presagiar empíricamente porque lo único hasta
ahora que podemos sentir de ellos es su paso, porque el futuro posterior al presente no se toca solo se expecula. Experimentamos el tiempo como el
paso de las horas, como un fluir interminable de números encapsulados en un círculo para que den vueltas o un día y noche sin
parálisis. Pero concebir el espacio como flujo nos cuesta mucho. Imponemos a la
realidad con la teoría o la especulación que el espacio sea quietud, inerte, paralisis. Pero esta
supuesta pasividad del espacio se convirtió en el siglo XXI, en la deuda que la
teoría moderna tiene con las sociedades.
La realidad que siempre fue y
será espacial añeja toda teoría de corte historicista o en todo caso
temporario ¡rompenos con la tirania de cronos porque somos terrenales osados! Lo espacial trastoca todo acontecimiento tematizado por cualquier
disciplina intelectual, motora (deporte) o artística; es el famoso giro
espacial.
Los geógrafos por mucho tiempo
pugnaron por declarar la importancia de su materia, cosa que hasta el día de
hoy se consigna. Dicha promoción tiene dos manifestaciones; las celebrativas
que se programan como seminarios, semanas o eventos calendarizados, cuyo
recinto más emblemático ha sido la universidad, pero con la virtualización por
la pandemia se atomizo la cede a las casas conectadas por internet: la institución se quiere
hacer rizoma.
La otra manifestación es la
conceptual, una vía más rigurosa pero en realidad complementaria a la
manifestación celebrativa. Dado que es posible celebrar que nuevos libros o
textos muestren como conceptos geográficos se aclaran, acotan o se sistematizan
de una nueva forma. Una re-conceptualización necesaria y justificada ante una
realidad revolucionada en exceso.
El tiempo y el espacio siempre
acontecen imbricadamente. Esto se manifiesta en un sentido gráfico novedoso
como el espacio-tiempo o lo espaciotemporal. Pero nuestro sentido
común y los caminos intelectuales que recorremos tienden a separarlos. Es la
herencia de Descartes y Newton que no se deja y marcan el límite ¿¡no podemos
romper acaso con sus preceptos!?
Disciplinalmente un geógrafo siente por momentos que dicha separación es la ansiada autonomía de su saber, creencia que estimulo a Richard Hartshorne escribir "La Naturaleza de la Geografía". Cuando separación se consuma se fragua una teoría que ha dado como fruto el concepto de “espacio absoluto” un ente muy distinto del tiempo, algo muy típico en el pensamiento de Descartes y Newton al geometrizar el mundo circundante.
Es aceptable ya la relativización
del espacio con el tiempo y viceversa aunque se tenga que desnaturalizar la geografía de Hartshorne. Pero aún existe el temor de los
geógrafos, a que la inevitable relativización los convierta en subsidiarios de
otras disciplinas y proyectos; seguir escuchando “tú solo encárgate del mapa”
como si fuera un accesorio auxiliar para la explicación que otro intelectual
central atiende por dominar la argumentación textual, comprueba el temor. Mientras las estadísticas muestran el paso
del tiempo de los fenómenos, el mapa muestra el espacio ocupado por ellos.
El geógrafo actúa como cartógrafo
de una forma natural: como geógrafo el sujeto sabe que la tierra tiende a ser
esférica y como cartógrafo, el sujeto guarda el secreto y persuade la
representación del globo con su variopinta superficie en un plano ¡vaya jugada, del globo al plano, pero no inviertas la jugada porque poco sabe el geógrafo de artes plásticas!
El geógrafo subsidiario se
instrumentaliza y se olvida de cuestionar los grafos que genera al representar
el mundo. No pudiendo ser generoso con todo lo que su mapa pueda recoger, el
geógrafo-cartógrafo se resigna a resaltar particularidades funcionales para
intereses ajenos. El mapa señala cómo encontrar el tesoro, pero si el tesoro es el mapa, que sea uno en él que el deseo pueda intervenir, así el viaje nunca acaba.
El geógrafo crítico cuestiona la
intencionalidad del geógrafo-cartógrafo instrumentalizado. Es sabido que las
geometrías cerradas son el prefecto signo para la propiedad (una casa es rectangular en vista perpendicular), y el mundo se
reparte por la mediación del Estado y del mercado. El geógrafo
instrumentalizado colabora en ello con su pulso manual guiando un mouse para
hacer clic, desde la formalidad del gabinete o la oficina la propiedad toma forma
geométrica.
Que el espacio sea relativo al
tiempo es una condición humana. El cuerpo físico del hombre no se traslada
euclidianamente en constancia, y para poder aproximarse a ello solo en
tendencia ocupa de la carretera, el teleférico o el avión. Si quiere ir del
punto A al punto B de la forma más autónoma, o sea usando sus dos piernas, la línea
recta solo podrá ser pensada pues el transitar es curvo o hasta sinuoso. Puesto
que los caminos efectivos tienen que ser vías de ahorros de energía, se tiene que
surcar la abrupta superficie con puentes ingeniosos, cruzar el relieve
favorable lo más directamente posible o en todo caso enroscar el desfavorable.
El espacio se curva por estar relativizado con la condición bípeda del hombre
en primera instancia que luego la tecnología ayuda a superar.
Los geógrafos temen que la
hiper-relativización del espacio con el tiempo des-configure la tradición del
pensamiento geográfico. Temen soltarle la mano a Humboldt, Ritter y Ratzel. ¿¡Qué sería de la geografía sin sus padres!? Gana la fidelidad filial sobre el
lance de pensar el espacio a nueva custodia. La tutela decimonónica pervive
agazapada ante un espacio revolucionado por la recursividad social e histórica, el postulado de Edward Soja, su trialectica del ser, rompe con el tutelaje ¡¿Posible
hijo rebelde de la geografía?!
A costado decenios superar a los
padres sin romper drásticamente con ellos y así evitar la ingratitud. Aunque el
pretenciosos espíritu alemán -que puso en aprietos a la humanidad por ser el
protagonista de una segunda guerra mundial- le haya dado potestad a tres
encumbrados compatriotas suyos como fundadores de la geografía, no es
sinónimo de legitimidad universal cuando se sabe algo de eurocentrismo. Si
hablamos en términos de paradigmas, la potencia junta de estos tres geógrafos
alemanes forma la base epistemológica de la modernización de la geografía.
Desde ámbitos más críticos se cuestiona a la modernidad como plataforma
impulsora del saber científico eurocéntrico pero no representativo del amplio
conocimiento humano en muchos más continentes.
Actualmente existen geógrafos que
ven en el espíritu alemán decimonónico la esencia in-cambiante del saber
geográfico. Se autodenominan modernos y por modernos buscan claras esencias que
defina lo atendido, buscan las sustancias de las cosas, por ende se busca la
sustancialidad del espacio y se privilegia la lectura del espacio absoluto.
Los geógrafos modernos presentan
dos modalidades de conceptualizar el espacio; por la vía de la lógica formal
que Parménides allano, el espacio se resuelve como un ente independiente de la
materia y del tiempo siendo un ser absoluto; por la vía de la lógica dialéctica
encaminada por Heráclito y más tarde por el aporte de Einstein el espacio se
relativizo con el tiempo. El moderno posee este doble alcance conceptual del
espacio; absoluto y relativo. Alcances con distinta intensidad claro esta. El
espacio relativo parece estar más al filo en el paradigma moderno, porque es
posible fundarse con mayor ahínco en lo relativo y transitar hacia la
postmodernidad. Existe un espacio relacional que el geografo moderno aborda pero son casos muy exepcionales, dificl de verse en la academia.
La geografía moderna de primer
legado es descriptiva y eso es una condena del paradigma. Dado que el gran
modelo moderno de los saberes releva la importancia del tiempo como el proceso
que las cosas sufren, el espacio se conceptualizo como un pasivo; el tiempo
congelado en los mapas, es una frustración para el moderno que busca realizar
la historia, pero aun así el mapa es la clave para tener cierta certidumbre del
despliegue histórico y lanzarse a conquistar. El movimiento del paradigma
moderno se manifiesta en conquistas y su propia versión de la historia las
justifica como funcionales. Desde ámbitos más críticos estas conquistas
modernas son develadas como colonialismos. Hay colonialismo de Estado,
académico e inmobiliario, es el poder con génesis histórica que se quiso
encubrir con las supuestas independencias, autonomías o derechos, y junto a la
desactivación de la geopolítica aseguraba evitar la subversión.
El geógrafo postmoderno se
caracteriza por relativizar la construcción del conocimiento geográfico por la
simbiosis con las máquinas o hacer de la literatura y pintura materia de trato
disciplinar. En el primer caso son los ordenadores generadores de modelos
computados (SIG, render la topología virtual de la materia) que con la
animación representan la espacio-temporalidad de los fenómenos. Las operaciones
lógicas ya vienen empaquetadas en el hardware y software, así que el geógrafo favorecido
por el computo maquínico representa científicamente el mundo.
Los geógrafos que apuestan por
analizar o mejor dicho deconstruir las piezas literarias y pictóricas,
corresponden a una estirpe intelectual que por momentos roza con la bohemia
pero con el debido afinamiento no se despegan totalmente de la lógica. No se
trata de venerar ciegamente que las letras recreen el espaciotiempo en
infinidad de versiones. Eso sería un mero gusto de los usuarios. Se trata de
analizar la producción tan ingeniosa de narrativas estructuradas por la
articulación espaciotemporal. En términos técnicos se trata del cronotopo de
Bajtín, el tiempo-lugar que se considera en toda planeación literaria.
También existen pero de manera
emergente los geógrafos transmodernos. Se movilizan por un paradigma que obliga
considerar la diversidad antes de encumbrar lo universal. El espacio absoluto y
relativo quedan cortos para explicar la multiculturalidad que rebosa el planeta.
El espacio relacional es una nueva opción, no por reciente, sino por falta de
subscriptores. El espacio relacional sirve para analizar y comprender las sociedades
en mayor agudeza, analizar o crear literatura, arte plástica o pintura como
forma consecuente de la espacialidad humana.
La propuesta de este ensayo es
conjuntar el espacio relacional -siendo uno de los más reconocidos promotores
el geógrafo David Harvey- con el paradigma de la transmodernidad que le filosofo latinoamericano Enrique Dussel promulga.
Como todo lo disciplinario amerita
evolución; este ensayo es el germen de una investigación. Se parte del
concepto kuhniano de paradigma, para luego reconocer aquellos que soportan el
conocimiento según la relación espaciotemporal de las culturas, sin desconocer
que nos encontramos dentro de una determinada cultura o paradigma. Así pensar los
paradigmas es el esfuerzo por salir de lo etnocéntrico, de lo nacional, de lo gremial, del narcisismo y hasta de lo antropocéntrico.
A modo de partidas preliminares
se enlistan una serie de asertos sobre la definición de los paradigmas y la
espacio-temporalidad como un proceso interminable.
Asertos y modelos para pensar los paradigmas
1 Solo mediante un paradigma se entiende la
articulación espaciotemporal.
2 Al existir varios paradigmas
existen varias versiones de la articulación espaciotemporal.
3 Los paradigmas son
identificables de múltiples maneras (ciencia, religión, arte, deporte, cultura)
pero solo con el concepto toma sentido cognitivo-intelectual, es decir se sabe
de ellos con certeza lógica.
4 Los paradigmas tienen como
contenido sociedades que discrepan.
5 Las sociedades que discrepan
postulan una articulación distinta de espaciotiempo, es decir prácticas, técnicas y valores.
6 Los diferentes espacio-tiempos
tienen como contenido la reproducción social del paradigma. Los paradigmas
siempre serán proceso hasta en sus análisis.
7 La reproducción social es el
proceso que soporta la existencia misma del paradigma.
La reproducción social es eso que
hacemos para que la sociedad no colapse; nos atendemos, estudiamos y
reflexionamos, trabajamos, descansamos, nos recreamos, nos reproducimos y para
ello ocupamos de hospitales, escuelas, iglesias, fábricas, mercados, ciudades o campo,
balnearios y recintos, parques y explanadas, hoteles y cuartos. En palabras más
sucintas las prácticas sociales implican de las estructuras espaciales.
8 La reproducción social convoca prácticas sociales, estructuras espaciales y simbolización.
Caso concreto: que fuera al
cajero a sacar dinero es una práctica social, porque así como yo habían varias
personas en la cola. El cajero es una locación bancaria que para ser construida
implico un estudio espacial de localización e intervinieron ingenieros y
albañiles, el trabajo es también otra práctica social que implica el
desplazamiento de las personas. Entonces la estructura espacial del cajero no
es solo la arquitectura, sino la ubicación y todo el movimiento que genera la
red de su funcionamiento; un destino común de trayectorias y un punto que
proyecta vectores de información.
Siempre voy a ese cajero por la
cercanía, me imagino que es un suficiente criterio para muchos de los usuarios.
Fui de playera roja, la tarjeta del banco es roja, el cajero tiene la fachada
roja, y a su interior los rojo se matiza con los muebles, aparatos, piso, pared y
hasta vestimenta de los empleados, excepto los empleados de limpieza, un color
menos encandecente los arropaba como faltos de autoestima, una desvaloración
cromática de la segunda piel que claramente es política. Yo de rojo, envuelto
en lo rojo, y la tarjeta roja logra darme dinero. El dinero es la mercancía
intercambiable que permite sobrevivir y a veces vivir dependido de la psique.
El rojo parece sentenciar el camino de la satisfacción.
Esta estratagema simbólica que
aprovecha el color que transita en mi playera para venderme la marca en una
curiosa circunstancia de integración cromática, es parte crucial para que el
paradigma exista. Por eso los paradigmas pueden ser vistos en los museos, o
reificados (vueltos cosas) en los anaqueles del supermercado o como pueden ser un
ornamento eclesiástico, un paradigma también viaja como grafía codificada en
los libros esperando ser descodificado por una mente inquieta.
9 No se puede afirmar algo o
cualquier cosa estando fuera de un paradigma.
Así que el simple hecho de
mencionar la identificación de paradigmas obligadamente me coloca en uno de
ellos. Identifico 4 paradigmas que presuponen cada uno de ellos una distinta
articulación espaciotemporal: la pre-modernidad, la modernidad, la postmodernidad
y la transmodernidad.
Sentir el paradigma es algo
relativamente ajeno a la capacidad intelectual. No ser consagrado
intelectualmente no inhibe el poder experimentar y explicar el paradigma.
10 Explicar el paradigma nunca
será basto, lo que no significa incapacidad intelectual, dado que el
conocimiento se mueve y se expande al compás de la realidad.
Transitan las nociones, ideas,
juicios, la sustancia, materia, las experiencias, las teorías, los mitos y los
paradigmas.
Cualquier afirmación aquí vertida
es producto de una evolución y devendrá en una. Afirmando que lo más elemental
es la dirección del paradigma.
11 Los paradigmas se reafirman
por su evolución y el espaciotiempo es la animación social que evoluciona al
paradigma.
12 Los paradigmas se espacilizan,
tiene escalas y se recrean
Un mismo paradigma se puede
observar en la infraestructura de una casa, en una colección de un museo, o
como el diseño total de una ciudad (casa y museo se intengran). Por escala la
espacialización del paradigma es múltiple, se plasma en un paisaje, se proyecta
en un cine, se solventa y defiende en el congreso, se interioriza por los
alimentos, como también se extiende en grafía en las hojas de un libro, que es
un objeto cultural a merced de la espacialidad de las acciones culturas; el
libro viaja en varias versiones y por distintos medios, viaja en el avión, en
el tren, en el auto, lo descargan y lo comparten por internet.
13 Pre-modernidad
14 Modernidad
15 Postmodernidad
16 Transmodernidad
0 Comentarios