Orientación: el lector tendrá que pensarse en caso no lo sea, como
miembro del colectivo "Un salto de vida”.
Froy
El olor es un umbral sensacional. Se conoce como umbral a
toda referencia limítrofe, el límite no puede ser entrada o salida en sentido
restrictivo, para ser límite tiene que ser ambas. En docta intelectual se suele
referir al ámbito extenso del límite como lo liminar.
¿Qué figura el pensamiento cuando un límite es pensado?
Usualmente se piensa en lo territorial; el límite de la parcela, el límite del
municipio, el límite del país, los límites políticos abundan como ejemplos.
Pero el contenido conceptual de la palabra límite rebasa con creces lo relativo
al territorio. Es también una capacidad; restringir el abuso es poner un límite
al poder. Limitar como verbo alude la activación de un mecanismo para poner
freno a algo; limitar el poder que ejerce el soberano sobre el siervo con
derechos escritos es un ejemplo.
Ordenar para limitar es una práctica política que se asiste
de la voz, la letra y los trazos para efectuarse. Ponerle un límite a lo atroz
demanda de esfuerzo, astucia y convicción. Los límites son vistos como
excluyentes siempre que se anuncien desde un adentro o centro; la única capital
limítrofe a dos naciones ya no existe, la Berlín dividida devino en unificada
al caer el muro, ahora desde el centro capitalino se demanda reforzar el límite
con barreras. Desde ese adentro nacional, etnocéntrico o colectivo se ven los
límites como marcas divisorias restrictivas.
La paradoja del límite siempre se activará para romperle la
cabeza a cualquier individuo que afirme pertenece para existir. El nacido en el
límite tiene tres opciones: 1 decantarse por una nación lo que crea conflictos
de identidad; 2 ser binacional y pagar doble impuesto; o 3 ser un apátrida y
olvidar regla alguna.
Pero no nos quedemos con esta idea negativa del límite, es
muy frustrante para pensar muchas cosas que siendo límite no son restrictivas
sino posibilidad, como las sensaciones. Se sabe que los sentidos son
constitutivos del cuerpo, son propios a éste. Por mucha biopolítica que se
plantee degenerar el cuerpo para borrar un sentido es una práctica superada; ya
no se le corta la mano al ladrón ni se le corta la lengua al mentiroso.
Pero qué se puede decir de las sensaciones o percepciones que
son consecuencias de estimular los órganos receptores; los ojos son propiedad
exclusiva del cuerpo, pero no lo que se mira y la vista es el derecho de usar
los ojos.
Pensemos ahora usando la nariz. La nariz es propiedad del
cuerpo, el olfato es el derecho natural de usar la nariz para gestar la vida
por la respiración, ¿pero el olor? ¿A quién le pertenece el olor? El respirar
sin oler es anosmia, anomalía entre fosas nasales, nervios olfativos y centros
olfatorios del cerebro.
La dualidad que se marca nos remite al cuerpo y el entorno.
Se podrá decidir no oler y se atenta no respirar. Ir contra la vida del cuerpo
nunca será una acción sensata. El erro está en pensar una respuesta maniquea,
reducir la realidad a sociedad y naturaleza (en términos más generales a lo
objetivo o subjetivo). El olor es un umbral, no es solo sociedad, no es solo
naturaleza, es ambas; es por lo tanto una ambigüedad. Lamentablemente las
ambigüedades son mal vista por el pensamiento moderno, por lo tanto, tenemos
que jugar con el lenguaje para evitar la impotencia.
🤔 me pongo a pensar, se me vienen a la cabeza el geógrafo Milton Santos y el sociólogo Bruno Latour. Ambos superan la restrictiva regla moderna de elegir entre sociedad y naturaleza (subjetivo u objetivo). Para no ser tildados de ambiguos y ser mal vistos, componen conceptos que ellos mismo dan uso a la hora de teorizar. Milton dice que el espacio es un hibrido, sociedad y naturaleza lo componen. Latour por su parte entiende la sociedad como un colectivo para evitar desdeñar la naturaleza. El par de intelectuales, salen de la demanda moderna de la elección entre sociedad o naturaleza por el vinculo que estas generan como hibrido o colectivo.
Por el abordaje heterogéneo que realiza Latour entre las
disciplinas de sociología y antropología es considerado filósofo. Mientras que
Milton Santos piensa el espacio que es el ámbito donde guarece lo heterogéneo.
No es para nada casual que ambos critiquen la modernidad y conceptualicen su
salida (una pequeña convergencia entre filosofía y geografía). Si bien no es
necesario ser filósofo, sociólogo o geógrafo para criticar la modernidad porque
basta solo con padecerla; el ingenio que despliegan estos dos intelectuales es
fecundo y una persona común puede nutrirse de sus aportes.
Ahora nutridos de dos aportes es posible decir que: “el olor
es un límite híbrido entre la sociedad y su entorno”.
Como lo híbrido nunca será puro, el olor, nunca será solo
social ni solo natural. Por mucho tiempo la sociedad fue racista con lo híbrido,
pero gracias a Darwin se destronó al blanco como supremo, pues todos somos en
reducción homo sapiens. Con algo más de abstracción nos remitimos a
primates, el mono y nosotros nos igualamos. Con otra dosis de abstracción nos
mostramos como mamíferos para explicar la amistad inquebrantable entre el perro
y el hombre, pues la semejanza de mamíferos nos hace familiares. Y si se sigue
ecologizando lo supuestamente puro y supremo con más abstracciones se llegará al
antiespecismo y luego la montaña y el hombre no podrán ser demarcados (o río y hombre para su caso) y regresamos a la paradoja del límite. ¿Sera quizás la
llegada a la verdadera ecología? Y sí es así ¿antropológicamente existirá
cultura que lo garantice? Dudas para ustedes solo puedo regalar 🥳
🎁❓❔.
Hasta aquí presento mi primer descargo sobre lo que el proyecto del “Mapa de Olores” me ha generado. Posteriormente se argüirá sobre la espacialidad híbrida de los olores declarando la importancia de la brújula del cotidiano. Para finalmente mostrar la espacialidad del olor como metáfora al crearse Polucito, la animación del olor ofensivo; porque los olores nos dañan y es con creatividad que la demanda toma forma.
Con este ensayo que se extenderá a tres entregas no trato de
generar una directriz. Por el contrario, es mi intención gestar un diálogo,
arribarles a ustedes lo que los libros generan al consumirlos. Es por eso que
postulo preguntas, para no pecar de asistencialismo intelectual.
¿Cómo ven?
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