Cuando el espacio y el tiempo se desgarran 🌕✍️

 



La crítica a lo presupuesto es develamiento.

La serena noche deviene terriblemente angustiante cuando surge la pregunta por la otra cara de la luna.     

Damos por cierto que el paso del espacio y del tiempo ocurre de las corneas hacia afuera. Que todo aquello animado y con volumen constituye los segundos que se numeran a ritmo de la voz: uno, dos, tres, cuatro; varía el tiempo fonético, pero cuentan como unidades de paso. La voz falla cuando se enuncia la nominación secuencial de un segundo que supera al segundo mismo, porque… ¿cuántas sílabas caben en un segundo? Por velocidad de la lengua las dos sílabas del “uno” cabrán en un segundo, no hay problema con los números monosílabos, pero si llegas a elevadas cifras tomara más de un segundo avanzar en la cuenta. Dejemos la voz y confiemos en la vista y el oído para captar el tiempo que fluye.      

Lo mismo sucede con lo dimensionado en el espacio, usamos letras para captar el volumen de los cuerpos dados en ejes que forman los tres planos principales según un tipo de geometría: una línea denominada “X” marca el horizonte y una recta acostada forma la primera dimensión, pero la recta se hace sinuosa cuando dibuja la cresta de los cerros; se usa “Y” para captar lo vertical y en su combinación con “X” se forma el cuadrado, dos líneas horizontales paralelas unidas por vértices a dos líneas verticales paralelas, resultando la  segunda dimensión; la última letra del abecedario es utilizada para representar la profundidad y hacer del cuadrado un cubo,  la letra “Z” se encarga de unir caras planas de un polígono para darle cuerpo en una tercera dimensión. Para aplicar el juego de la “X, Y y Z” a la tierra, los geógrafos y cartógrafos han trasmutado la esfera terrestre al plano papel, una desfiguración necesaria para llevar en el bolsillo un mapa. 



Esa así que, lo que empíricamente se capta por la razón se abstrae para poder ser re-proyectado en papel, asistiéndose a la aritmética del tiempo y a la geometría del espacio; el espacio y el tiempo terminan siendo signos lógicos.

Si nos confiamos a que lo empírico o lo razonado nos dicten sobre lo que se pueda decir sobre el espacio en relación al tiempo, será por filosofía que estaremos condicionados. Buscamos argumentar lo que vivimos y cuando llegamos a un Sócrates, Platón, Kant o un Ruzzarin si es que se ve Youtube, creemos llegar a una finalización categórica, a ese mayor respaldo dado. Sin embargo, el espacio y el tiempo nunca paran ni cerrándose los ojos y los oídos, entonces ¿por qué creer que una idea pueda hacerlo?

Si se dejan caer los parpados, la nada será negra y dejará de ser nada, pero el tiempo seguirá entrando al cuerpo por los oídos. Ya con los oídos cubiertos, pensaremos ingenuamente estar fuera del tiempo y del espacio. Pero el corazón hace ruido al latir y la respiración tiene ritmo. La idea de que el espacio y el tiempo habita en nosotros nos sorprende.

Todos inobjetablemente sabemos que el espacio y el tiempo pasan porque la luna y el sol se turnan el cielo; bueno, eso era antes, ahora un a.m. y un p.m. en una pantalla o sobre la muñeca remplazan los astros; sustituidos por los códigos, la máxima estrella del día y el satélite más elegante pasan a un segundo plano para los usuarios del frenesido cambio de las cosas.

Me abstengo a citar algún filósofo o pensador para resolver que es el tiempo en relación al espacio, porque ¿si los atestiguo y los siento, para que los medio? Tomen esa rebeldía y asuman las riendas de su propio criterio; pues pensar el tiempo y el espacio se activa cuando uno quiera.

Regresemos a la sorpresa del espaciotiempo que llevamos dentro. Aunque ya este nominado, poco se sabe de él. Si lo buscan entre los geógrafos la frustración los espera. Tienen que superar la frontera disciplinar sin transgredirla y para eso hay que saber de interdisciplinariedad. Ahora canjeen la sorpresa por la decepción universitaria.

Se llama espacio relacional y lo han trabajado mejor los literatos que los geógrafos. ¿Han leído “La culpa es de los tlaxcaltecas” de Elena Garro? su celebre cuento muestra pasajes de como es posible transitar entre esa realidad mental guarecida en el recuerdo proyectado por un sujeto y el ámbito compartido entre los usuarios de la realidad física. Lo real y lo mental se reconstituyen en fluctuación, no existe nada que no nos lleve al recuerdo, a lo vivido en el pasado, todo nos remonta a la memoria utilizada, porque así funciona el cerebro, crea la realidad basada en realidad anteriormente digerida, quien se suelte del recuerdo estará en un contexto inadvertido, pero solo el enfermo de Alzheimer tiene esa posibilidad y la realidad se le hace demasiado extraña.

El pasado se vuelve anhelo cuando se piensa una dicha como retorno por eso la expectativa condiciona el presente. ¿Cómo demarcamos el presente del pasado y del futuro cuando el pensamiento funciona mezclándolos? Ocupamos de un calendario que cuente los años que se configuran al repetirse las estaciones, la repetición es el formato del tiempo ecológico que hace florecer el campo y nos ínsita ir a la playa.  

Por la honra a la física descriptiva la geografía no ha despegado hacia el espacio relacional, solo los geógrafos que se escapen a los parámetros clásicos de su propia disciplina podrán celebrar el alcance, claves para hacerlo hay muchas, pero son secretos que poco a poco se escriben.

Existimos como personas que viven en un espacio relacional en regulación al espacio relativo y absoluto. La realidad no es del todo nuestra por estar repartida. Se podrá compartir el ambiente, pero las mentes guardan mayores distancias.

Existen formas de pensar que nos condicionan tanto que llegamos al fanatismo creyendo que somos cultos; la modernidad es el caso. Por sus bases tiene el cometido de sustentarse en la esencia del “ser”. Se rumora en ciertos  libros que los mayores conocedores del “ser” son los filósofos europeos, por eso el seguirles los pasos se considera un modo de formarnos. Pero eso es demasiado injusto. El pensador nos puede pensar y abstraernos en universales; nunca nos llamaron por nuestros nombres para decirnos hombres y poder alcanzar a todos, pero ese pensador europeo que a escrito libros nos abstrae sin conocernos.

El moderno entonces se jacta de haber llegado al “ser” y lejos de asumirlo con modestia exige reverencia. La universidad moderna a generado académicos jactosos de su acercamiento al “ser”, toman distancia social se refugian en gremios fortificados por eventos y diplomas.

Los acercamientos al “ser” ya se han empaquetado en libros y forman corrientes filosóficas, los estructuralistas por ejemplo plantean un camino estable hacia el arribo al “ser”, pero aun así es costoso el camino a pesar de que se hable de intuiciones al respecto. Se podrá explotar la voz con un ¡eureka he llegado al “ser”! pero este no tardará en escurriese por ser dinámico. Saber que entre las cualidades del “ser” está el ser dinámico nos obliga a complejizar el camino, por eso los filósofos celebran mucho entender a Hegel al grado de sobrevalorar el pensamiento como laberinto.

Los estructuralistas aceptan la dicotomía fundante alma-cuerpo, naturaleza-sociedad, hombre-mujer como antagónicos que generan lo nuevo. La celebre frase la lucha de clases es el motor de la historia también se basa en la estructura dicotómica. Proletarios y burguesía en encuentro friccionando tanto en el congreso, en la fábrica como en la calle. La internacional Socialista subestimo las diferencias geográficas que configuran las posibles naciones por creer que la clase social es universal.

Las nuevas generaciones han detonado concentrándose más en el género y los gustos que la rivalidad histórica entre clases. Aunque unos dicen que se ha ocultado y otros que se ha diluido, claramente sigue existiendo el pobre y el rico pero las dimensiones se han multiplicado. PierreBourdieu atiende el mundo partiendo del cotidiano y el poder que fluye en él, postula una relatividad del capital por un espacio social que se despoja de la dicotomía de la clase social. Un sujeto o unidad familiar presentará una combinatoria entre tres tipos de capital, a saber; el económico, constituido por el trabajo, tierras, bienes, propiedades; el capital social, es el conjunto de relaciones sociales, contactos, familiares y el capital cultural es el que permite el acceso a consumos refinados, así como reconocimientos académicos. Es entre estos tres capitales que la sociedad se configura. Resalta aquí, que para salir de la dicotomía se cite al espacio como la dimensión posibilitadora de las combinatorias, esto se puede considerar como un giro espacial para la disciplina sociológica.

El género se ha multiplicado en colores y en nuevas letras, se sale del binomio conservador hombre-mujer para permitir que el sujeto se autodefina a su antojo. Esto es evidentemente que el “ser” se pluralice. Heidegger justificó al “ser” moderno en relación al tiempo, por lo menos hace de esta relación un titular, pero es gracias al espacio que el “ser” es plural. Es una diversidad más allá de la modernidad, es la postmodernidad una época engendrada dentro del mundo de la alta modernidad; el individualismo capitalismo explotó mostrando el rostro de una otredad cancelada de hacer historia por deficiencia filosófica.

La universidad de los modernos ahora se pinta de colores festejando la diversidad incompleta postmoderna, una diversidad relativista negada de la posibilidad de generar acuerdos. El postmoderno toma los colores del arcoíris, los hace maquillaje para encarnarlos con vanidad narcisa olvidándose del campo ambiental que hace que el arcoíris exista. La ética y la estética postmoderna niegan la razón de la modernidad y el “todo vale” se hace consigna fundamental a la hora de argumentar.

El moderno por la vanguardia imparable a decantado en el predominio de la razón. El postmoderno rompió con la razón apelando a la estética y la ética, pero inmediatamente se descargo de la ética para solo buscar lo bello; volviéndose esteta se olvidó de la justicia.

Entre estas dos posibilidades de paradigmas, aparece la alternativa transmoderna que niega a la modernidad esencialista de la razón y repara el olvido ético de la postmodernidad para pensar en la vida y sus condiciones para reproducirse y ser compartible.

Debido a que la razón moderna no cree en la tierra como madre por discriminar el mito, debido a que la estética postmoderna hace del hiper-consumismo una belleza, la ética transmoderna rescata el mito que cuida la vida para salir del mercado que lo vende todo.

Con la ética por delante no solo en el formalismo al saludar, la forma de lo que traten las ciencias tiene que cambiar.

El espacio y el tiempo se articulan produciendo un contexto que el hombre interioriza y valoriza; la experiencia de un abrazo en la plaza o el asesinato de un amigo en el campo, el espacio escenario y el tiempo secuencia forman la cadena de recuerdos que nos impactan, siendo las geografías de los recuerdos los mapas parciales del destino.

Nos damos cuenta que el tiempo y el espacio pasan porque las cosas cambian, pero somos seres finitos y no podemos ver el cambio de todas las cosas. Las familias por ejemplo perciben el paso del tiempo y el espacio porque el hijo crece y el padre envejece.

Nos acostumbramos por la experiencia a sentir el paso del tiempo por los contextos dinámicos. La familia se encuentra en un contexto cultural y registra el paso del tiempo porque celebran cumpleaños y navidades. El tiempo pasa y nos coordinamos a él por las vidas que se mueven en el espacio.

En la casa el tiempo es el comedor, la sala y los cuartos en uso. En las paredes y mesas el recuerdo en cuadros del tiempo de aquellos que nos dejan.

Cuando la angustia y la tristeza domina la psique por la falta de familia que desaparece, el espacio y el tiempo se desgarran; cambia el contexto físico de la casa porque se forma un vacío, la silla y la cama desocupada, y en el vacío el espacio y el tiempo no se encuentran.

El paso del espacio y del tiempo para los padres y hermanos que buscan un familiar está desgarrado, pues la proyección de la mente y el afecto que moviliza el presente por un porvenir se encuentra secuestrado, por un pasado inercial que se implora que vuelva.

Es por ética que las tragedias reformulan las ciencias.

La universidad podrá ser indolente pero la geografía no.      



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