La crítica a lo presupuesto es
develamiento.
La serena noche deviene terriblemente
angustiante cuando surge la pregunta por la otra cara de la luna.
Damos por cierto que el paso del
espacio y del tiempo ocurre de las corneas hacia afuera. Que todo aquello
animado y con volumen constituye los segundos que se numeran a ritmo de la voz:
uno, dos, tres, cuatro; varía el tiempo fonético, pero cuentan como unidades de
paso. La voz falla cuando se enuncia la nominación secuencial de un segundo que
supera al segundo mismo, porque… ¿cuántas sílabas caben en un segundo? Por
velocidad de la lengua las dos sílabas del “uno” cabrán en un segundo, no hay
problema con los números monosílabos, pero si llegas a elevadas cifras tomara
más de un segundo avanzar en la cuenta. Dejemos la voz y confiemos en la vista
y el oído para captar el tiempo que fluye.
Lo mismo sucede con lo dimensionado
en el espacio, usamos letras para captar el volumen de los cuerpos dados en
ejes que forman los tres planos principales según un tipo de geometría: una
línea denominada “X” marca el horizonte y una recta acostada forma la primera
dimensión, pero la recta se hace sinuosa cuando dibuja la cresta de los cerros;
se usa “Y” para captar lo vertical y en su combinación con “X” se forma el
cuadrado, dos líneas horizontales paralelas unidas por vértices a dos líneas
verticales paralelas, resultando la
segunda dimensión; la última letra del abecedario es utilizada para
representar la profundidad y hacer del cuadrado un cubo, la letra “Z” se encarga de unir caras planas
de un polígono para darle cuerpo en una tercera dimensión. Para aplicar el
juego de la “X, Y y Z” a la tierra, los geógrafos y cartógrafos han trasmutado
la esfera terrestre al plano papel, una desfiguración necesaria para llevar en
el bolsillo un mapa.
Esa así que, lo que empíricamente
se capta por la razón se abstrae para poder ser re-proyectado en papel,
asistiéndose a la aritmética del tiempo y a la geometría del espacio; el
espacio y el tiempo terminan siendo signos lógicos.
Si nos confiamos a que lo
empírico o lo razonado nos dicten sobre lo que se pueda decir sobre el espacio
en relación al tiempo, será por filosofía que estaremos condicionados. Buscamos
argumentar lo que vivimos y cuando llegamos a un Sócrates, Platón, Kant o un
Ruzzarin si es que se ve Youtube, creemos llegar a una finalización categórica,
a ese mayor respaldo dado. Sin embargo, el espacio y el tiempo nunca paran ni
cerrándose los ojos y los oídos, entonces ¿por qué creer que una idea pueda
hacerlo?
Si se dejan caer los parpados, la
nada será negra y dejará de ser nada, pero el tiempo seguirá entrando al cuerpo
por los oídos. Ya con los oídos cubiertos, pensaremos ingenuamente estar fuera
del tiempo y del espacio. Pero el corazón hace ruido al latir y la respiración
tiene ritmo. La idea de que el espacio y el tiempo habita en nosotros nos
sorprende.
Todos inobjetablemente sabemos
que el espacio y el tiempo pasan porque la luna y el sol se turnan el cielo;
bueno, eso era antes, ahora un a.m. y un p.m. en una pantalla o sobre la muñeca
remplazan los astros; sustituidos por los códigos, la máxima estrella del día y
el satélite más elegante pasan a un segundo plano para los usuarios del frenesido
cambio de las cosas.
Me abstengo a citar algún
filósofo o pensador para resolver que es el tiempo en relación al espacio,
porque ¿si los atestiguo y los siento, para que los medio? Tomen esa rebeldía y
asuman las riendas de su propio criterio; pues pensar el tiempo y el espacio se
activa cuando uno quiera.
Regresemos a la sorpresa del
espaciotiempo que llevamos dentro. Aunque ya este nominado, poco se sabe de él.
Si lo buscan entre los geógrafos la frustración los espera. Tienen que superar
la frontera disciplinar sin transgredirla y para eso hay que saber de
interdisciplinariedad. Ahora canjeen la sorpresa por la decepción universitaria.
Se llama espacio relacional y lo
han trabajado mejor los literatos que los geógrafos. ¿Han leído “La culpa es de
los tlaxcaltecas” de Elena Garro? su celebre cuento muestra pasajes de como es
posible transitar entre esa realidad mental guarecida en el recuerdo proyectado
por un sujeto y el ámbito compartido entre los usuarios de la realidad física.
Lo real y lo mental se reconstituyen en fluctuación, no existe nada que no nos
lleve al recuerdo, a lo vivido en el pasado, todo nos remonta a la memoria
utilizada, porque así funciona el cerebro, crea la realidad basada en realidad
anteriormente digerida, quien se suelte del recuerdo estará en un contexto
inadvertido, pero solo el enfermo de Alzheimer tiene esa posibilidad y la realidad
se le hace demasiado extraña.
El pasado se vuelve anhelo cuando
se piensa una dicha como retorno por eso la expectativa condiciona el presente.
¿Cómo demarcamos el presente del pasado y del futuro cuando el pensamiento
funciona mezclándolos? Ocupamos de un calendario que cuente los años que se
configuran al repetirse las estaciones, la repetición es el formato del tiempo
ecológico que hace florecer el campo y nos ínsita ir a la playa.
Por la honra a la física descriptiva
la geografía no ha despegado hacia el espacio relacional, solo los geógrafos
que se escapen a los parámetros clásicos de su propia disciplina podrán
celebrar el alcance, claves para hacerlo hay muchas, pero son secretos que poco
a poco se escriben.
Existimos como personas que viven
en un espacio relacional en regulación al espacio relativo y absoluto. La realidad
no es del todo nuestra por estar repartida. Se podrá compartir el ambiente,
pero las mentes guardan mayores distancias.
Existen formas de pensar que nos
condicionan tanto que llegamos al fanatismo creyendo que somos cultos; la
modernidad es el caso. Por sus bases tiene el cometido de sustentarse en la esencia
del “ser”. Se rumora en ciertos libros que los mayores conocedores del “ser”
son los filósofos europeos, por eso el seguirles los pasos se considera un modo
de formarnos. Pero eso es demasiado injusto. El pensador nos puede pensar y abstraernos
en universales; nunca nos llamaron por nuestros nombres para decirnos hombres y
poder alcanzar a todos, pero ese pensador europeo que a escrito libros nos abstrae
sin conocernos.
El moderno entonces se jacta de
haber llegado al “ser” y lejos de asumirlo con modestia exige reverencia. La
universidad moderna a generado académicos jactosos de su acercamiento al “ser”,
toman distancia social se refugian en gremios fortificados por eventos y
diplomas.
Los acercamientos al “ser” ya se
han empaquetado en libros y forman corrientes filosóficas, los estructuralistas
por ejemplo plantean un camino estable hacia el arribo al “ser”, pero aun así
es costoso el camino a pesar de que se hable de intuiciones al respecto. Se podrá
explotar la voz con un ¡eureka he llegado al “ser”! pero este no tardará en escurriese
por ser dinámico. Saber que entre las cualidades del “ser” está el ser dinámico
nos obliga a complejizar el camino, por eso los filósofos celebran mucho entender
a Hegel al grado de sobrevalorar el pensamiento como laberinto.
Los estructuralistas aceptan la dicotomía
fundante alma-cuerpo, naturaleza-sociedad, hombre-mujer como antagónicos que
generan lo nuevo. La celebre frase la lucha de clases es el motor de la
historia también se basa en la estructura dicotómica. Proletarios y burguesía
en encuentro friccionando tanto en el congreso, en la fábrica como en la calle.
La internacional Socialista subestimo las diferencias geográficas que
configuran las posibles naciones por creer que la clase social es universal.
Las nuevas generaciones han
detonado concentrándose más en el género y los gustos que la rivalidad histórica entre
clases. Aunque unos dicen que se ha ocultado y otros que se ha diluido, claramente
sigue existiendo el pobre y el rico pero las dimensiones se han multiplicado. PierreBourdieu atiende el mundo partiendo del cotidiano y el poder que fluye en él, postula
una relatividad del capital por un espacio social que se despoja de la dicotomía
de la clase social. Un sujeto o unidad familiar presentará una combinatoria
entre tres tipos de capital, a saber; el económico, constituido por el trabajo,
tierras, bienes, propiedades; el capital social, es el conjunto de relaciones sociales,
contactos, familiares y el capital cultural es el que permite el acceso a
consumos refinados, así como reconocimientos académicos. Es entre estos tres
capitales que la sociedad se configura. Resalta aquí, que para salir de la dicotomía
se cite al espacio como la dimensión posibilitadora de las combinatorias, esto
se puede considerar como un giro espacial para la disciplina sociológica.
El género se ha multiplicado en
colores y en nuevas letras, se sale del binomio conservador hombre-mujer para
permitir que el sujeto se autodefina a su antojo. Esto es evidentemente que el “ser”
se pluralice. Heidegger justificó al “ser” moderno en relación al tiempo, por
lo menos hace de esta relación un titular, pero es gracias al espacio que el “ser”
es plural. Es una diversidad más allá de la modernidad, es la postmodernidad
una época engendrada dentro del mundo de la alta modernidad; el individualismo
capitalismo explotó mostrando el rostro de una otredad cancelada de hacer historia
por deficiencia filosófica.
La universidad de los modernos
ahora se pinta de colores festejando la diversidad incompleta postmoderna, una diversidad
relativista negada de la posibilidad de generar acuerdos. El postmoderno toma
los colores del arcoíris, los hace maquillaje para encarnarlos con vanidad
narcisa olvidándose del campo ambiental que hace que el arcoíris exista. La
ética y la estética postmoderna niegan la razón de la modernidad y el “todo
vale” se hace consigna fundamental a la hora de argumentar.
El moderno por la vanguardia
imparable a decantado en el predominio de la razón. El postmoderno rompió con
la razón apelando a la estética y la ética, pero inmediatamente se descargo de
la ética para solo buscar lo bello; volviéndose esteta se olvidó de la justicia.
Entre estas dos posibilidades de
paradigmas, aparece la alternativa transmoderna que niega a la modernidad esencialista
de la razón y repara el olvido ético de la postmodernidad para pensar en la
vida y sus condiciones para reproducirse y ser compartible.
Debido a que la razón moderna no
cree en la tierra como madre por discriminar el mito, debido a que la estética postmoderna
hace del hiper-consumismo una belleza, la ética transmoderna rescata el mito
que cuida la vida para salir del mercado que lo vende todo.
Con la ética por delante no solo
en el formalismo al saludar, la forma de lo que traten las ciencias tiene que
cambiar.
El espacio y el tiempo se
articulan produciendo un contexto que el hombre interioriza y valoriza; la
experiencia de un abrazo en la plaza o el asesinato de un amigo en el campo, el
espacio escenario y el tiempo secuencia forman la cadena de recuerdos que nos
impactan, siendo las geografías de los recuerdos los mapas parciales del
destino.
Nos damos cuenta que el tiempo y
el espacio pasan porque las cosas cambian, pero somos seres finitos y no
podemos ver el cambio de todas las cosas. Las familias por ejemplo perciben el paso
del tiempo y el espacio porque el hijo crece y el padre envejece.
Nos acostumbramos por la experiencia
a sentir el paso del tiempo por los contextos dinámicos. La familia se
encuentra en un contexto cultural y registra el paso del tiempo porque celebran
cumpleaños y navidades. El tiempo pasa y nos coordinamos a él por las vidas que
se mueven en el espacio.
En la casa el tiempo es el
comedor, la sala y los cuartos en uso. En las paredes y mesas el recuerdo en
cuadros del tiempo de aquellos que nos dejan.
Cuando la angustia y la tristeza
domina la psique por la falta de familia que desaparece, el espacio y el tiempo
se desgarran; cambia el contexto físico de la casa porque se forma un vacío, la
silla y la cama desocupada, y en el vacío el espacio y el tiempo no se
encuentran.
El paso del espacio y del tiempo
para los padres y hermanos que buscan un familiar está desgarrado, pues la
proyección de la mente y el afecto que moviliza el presente por un porvenir se
encuentra secuestrado, por un pasado inercial que se implora que vuelva.
Es por ética que las tragedias
reformulan las ciencias.
La universidad podrá ser
indolente pero la geografía no.
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