• Jun 10, 2025

La más bella de las bellas

 

 Roina Zergarra, Arequipa 1985

La luna de cara bonita, creyéndose la más bella de todos los astros y enamorada del astro rey el sol, una noche salió a lucir su belleza, queriendo con sus hermosos ojos, vanidosa ella, resplandecer como nunca; de esto se dieron cuenta los animales de un pequeño bosque y decidieron tomar baños lunares, contemplando la blancura de la luna; después de recibir sus potentes reflejos, se fueron a descansar.

A la mañana siguiente al levantarse, se dieron con la sorpresa que todos estaban contagiados por la vanidad y vanagloriábanse de su belleza, sintiéndose cada uno lo más hermoso que adornaba el campo; de pronto esto se convirtió en un problema, el cual decidieron aclarar mediante un concurso de belleza, para lo que todas las criaturas se prepararon y muy pronto estuvieron listas a saber quién era LA MÁS BELLA DE LAS BELLAS. De tanta discusión para designar el jurado acordaron formar parte todos de él y cada quien pensaba entonces en favorecerse así mismo; ya listos todos comenzó el concurso.

La primera en desfilar fue la paloma, esta amaino su blanco plumaje, después de observarla, ¡un momento! Dijo el jurado; muestra el detalle, la paloma levantando las alas las agitó y cantó, todo está bien pero tu palidez te desmerece, el ave dejó caer sus alas y cabizbaja se retiró, luego le toco a la rana, quien al exhibirse saltó y saltó de un lado a otro, el jurado le exigió que cante, la rana cantó, un momento dijo un miembro del jurado, saque la lengua el batracio obedeció, demasiadas arrugas, ¡Oh no estoy perdida! Exclamó la rana marchándose luego.

Enseguida le toco a la rata, la que paseó por el estrado con gracia, estaba ganándose la simpatía, muestra el detalle, escucho, ésta dándose vueltas cantó, en eso un atento fotógrafo le dijo sonría y al reír dejó descubrir que estaba casuta, le faltaba un diente que le hizo perder merito, el roedor desilusionado se marchó; luego le siguió la gata, que presumida y fantasiosa lucía, al demostrar su detalle ronroneó y sacó sus garras, entonces el jurado dijo, eres hermosa pero tienes desiguales las garras, la gata presumida retirándose dijo: que saben de fineza; de inmediato modeló la lechuza, cuidadosa caminaba con elegancia, abría y cerraba los ojos, demostrando lo grandes que eran se creía tan ojona que exagerando su exhibición, el jurado observó, un ojo es más pequeño que el otro, es cierto dijeron todos, después de todo los domina la envida, dijo la lechuza, de pronto la mona pasó a la fila, hacia sus monadas haciendo reír al público y jurado, al demostrar su detalle complacida bostezó y todos exclamaron ¡Qué hocicaso! La mona enfada se detuvo completamente; doña gallina impaciente por salir, muy elegante paseaba por la sala, esplendorosa de plumaje fino y buen matiz, copete reluciente, pico de color carmín, uñas pintadas, algo nunca visto no sabían si era un canario, un pavo real o un papagayo, la gallina con cuidado posaba enseñando sus mínimos detalles y al cacarear dejando escuchar su lírico canto, hizo un pequeño esfuerzo, cayendo con este todos sus añadidos, recibió silbidos en son de protesta y burla, al verse descubierta huyo acobardada; mientras tanto el astro rey observaba lo que acontecía en la tierra, molesto por toda la confusión entre los pequeños seres por culpa de la vanidosa luna, ordenó a un conjunto de nubes y viento fomentar una tronante tempestad; en ese preciso momento se vio en el estrado un pequeño animal, insignificante, huraño, contagiado por la fantasía ¡Un zorrino! Gritaron de la gradería, el pequeño ser se orinó del susto quedando quieto, inmóvil, como una estatua, el público y jurado sin poder esquivar por la tempestad la fuerte pestilencia, aturdidos y hastiados al ver que este pequeño animal no se movía, decidieron entregarle el trofeo, el intrépido zorrino balbuceante dio las gracias y se marchó.

Así termino esta farsa, riéndose las estrellas que observando con disimulo de reojo esta ocurrencia, centellaban iluminando aún más el escenario que la bella luna miraba con ira, dudando del triunfo confundida que si ganó la astucia, la belleza, o la fealdad porque ésta se tornó en comodidad.  

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