Los árboles son
pastores de las nubes.
Enrique Enciso Rivera (El Salto, Jalisco, México primavera del 2023)
Los haiku
son las brevedades poéticas más hondas que desde el oriente se han gestado.
Tienen como su objeto de atención la articulación espaciotemporal de la
naturaleza.
Los haiku se
consumen durante el año para sensibilizar la conciencia que no solo está en la
cabeza, sino, en alguna estación del año. Hay haiku de verano, invierno, otoño
y primavera como para cualquier hora.
Para su
confección es necesario la amplia capacidad de percibir; el reflejo que la luz
genera al contacto con el agua; el sonido del ave trastocado por el viento; el
cruce de aromas al levantarse la tierra en partículas; el contacto con brisas
que acarician los poros y hasta el gusto de hacer de una manzana energía metabólica.
Todo cuenta.
El haiku
como libertad poética surca culturas, aunque nunca desconoce su origen, no es
cosa de purismos es cosa de resguardo solamente.
Dado que el
haiku es lógico con su construcción es relativo a los lugares desde donde se
gesta. Basta un rayo de luz sobre el escritorio para recordar que es por la orientación
del sol y de la tierra que lo natural es astral y trascendente.
Los haiku
son las brevedades más geográficas si existiese uno por cada lugar del mundo.
Dentro de este mundo coexisten múltiples culturas, con o sin haiku pero con muchos lugares;
entonces los haiku son reproducibles por montones y multiplicados por las estaciones del año la potencia nunca acaba.
Si solo se
reconoce el espacio a la hora de irradiar un haiku este sonará tan
desequilibrado porque el tiempo estacional importa mucho.
Asociar el
paisaje que se percibe con el espacio articulado al tiempo, son las bases más
estables del haiku. Lo inestable es lo cambiante, por ejemplo; cambias de lugar
al momento de hacer un haiku y si haces muchos seguidos en el mismo lugar por lo menos mueves la
cabeza o simplemente pasa el tiempo relativo a ti; como la hoja que cae mientras estas quieto observandola.
Un haiku en latinoamérica
no es una replica del oriente, pues es otra estación a pesar de la misma
atmósfera. Como tampoco hay fidelidad al ritmo y métrica porque la creatividad es geo-gráfica.
Ahora existe
un haiku latinoamericano que reza haber visto que “los árboles son pastores de
las nubes”. Nos suena intrigantemente extraña la figuración textual, pero con
una foto que facilite el trabajo a la imaginación se hace breve la lectura.
Existe una
presa en Jalisco (México-Latinoamerica) que tiene como nombre auspiciosamente el sarcasmo de “El Ahogado”.
Es lógico que la gente sin cuidado se ahogue en una presa, pero no tanto que la
obra sea una esperanza ecológica ingenieril como planta tratadora con dicho bautizo; ¿esperanzarse
en el ahogado? ¿Ahora qué vida seguir?
Efluentes cloacales
vertidos en un punto ahogado por nominación.
La hidrosfera
es gentil con todos los líquidos porque hasta la sangre viaja por los ríos, pero
el moderno hombre insensato reciproco con el agua no es y sufre su escasez como su contaminación.
Un haiku latinoamericano
lucha por la estética negada, pues; que la belleza de la naturaleza mate es justamente
contranatural. Es una pugna de lógica al final del día.
Sin nubes en
el cielo pero si escurriendo, el árbol pastor evita el paso de la nube que se
dirige a expandirse.
Si el árbol
pastor llegase a desfallecer, las nubes briznaran sobre nosotros dosificando la
contaminación tan sutil que parecerá acariciar.
La ingeniería moderna vaciada de ética pierde la lógica.
Este texto busca la estética latinoamericana y multiculturalista a la vez; esa estética que sirve (lógica) para luchar por la reproducción de la vida con plena ética ambiental.
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