Esta obra pictórica-videográfica no solo responde a una estructura de sentimiento sujeta a la función del medio sígnico; toma un sentido por su pragmática que implica sacar el celular para la
inversión hacia un viaje por el cyber-espacio. Responde a algo más, dado que es
una maduración intuitiva producto de la constante insistencia del pensante
creativo que idea y ensaya toda una serie de piezas gráficas, porque eso es lo
que suele hacer el artista; lanzar obras como un ensayo sin fin, no existe conclusión
definitiva, puesto que la obra final solo llega por imponderables.
Varios golpes de compulsión y
escalas técnicas están detrás y constituyen el arribo a la pieza que hoy se presenta.
Argumentos varios se relacionan para fundar la inspiración de la creación.
Primeramente, no existe un allanamiento
social que favorezca la aceptación de la obra, por ello la libertad de la
creación deja tranquilo al autor.
Se confiesa, que no se procede de
las entrañas de las disciplinas sublimes por convención para atreverse a lanzarse
a concurso y ser parte de la revuelta. Surge por el contrario de la frustración
que el academicismo genera al cooptar las líneas de fuga de cualquier saber. ¡Han
pensado en eso! uno se disciplina para adquirir un saber en desmedro de la
cancelación de la potencia por expandir el pensamiento. De la geografía al arte,
del arte a la cibernética, de la pared al celular, el viaje de la retina puede
ser infinito si se programa una obra sin límites tal cual rizoma.
Esta obra no es una apropiación
injuriosa en un mundo de la propiedad intelectual como cerrojo. No expropia nada,
al contrario, reivindica al conectar lo que en apariencia es inconexo.
Antes que los emoticones brotaran
por montones al pulsar el celular, el grafismo Keith Haring (Estados Unidos 1958-1990) decoraba
paredes y explotó el museo hacia la calle. Su obra es prueba que el arte es una
acción contracultural, porque la opresión del orden asfixia tanto que
deshumaniza. Las animaciones que cobijan nuestra infancia son muy difíciles de
olvidar, y su estética, la risa, es algo que se extraña en los museos.
Hoy Keith vuelve a tomar escena
ante un medio ya cambiado. Sus dibujos nunca fueron estáticos, el movimiento
aludido con señales lineales convive ahora con la animación. Es una reivindicación
y tributo a su talento que el prefijo “meta” lo demuestra.
Mostrar el movimiento representado
dos veces con dos técnicas diferentes en el mismo lienzo es el sentido de la
obra “meta”, cuyo paradigma es la metamodernidad; no advertida del todo por el momento,
pero osada para asomarse, toma la oportunidad de esta tarde para mostrarse.
La trascendencia de Haring se
conecta con la música de Jain (Alright) y los dibujos bailan. Se filtra Allende
anunciando el latir americano que enlaza al pintor y muralista Gabriel Flores García en sintaxis paisajística en Guadalajara.
Resultando la formula del rizoma:
Haring + Jain + Salvador Allende +
Gabriel Flores García = Salud mental
Con más arte el futuro no será un árbol sino un rizoma.
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